lunes, 29 de octubre de 2007

la hora magica


Era una tarde de abril, día tan oscuro como frío, pero tan raro como especial. El sol que no había salido en todo el día se estaba escondiendo, la luna resaltaba cada vez mas su figura, las luces de las calles empezaban a encenderse pero no iluminaban todavía; era una hora mágica.
Durante tres minutos me para frente a esta rareza y aplaudí con el corazón y elogie con los ojos lo que estaba viendo. Una vez pasados los tres minutos volví a lo normal, y al dar mi cuarto paso note que a 2 metros míos había una chica, justo en la esquina, estaba parada, quieta, sonriendo y mirando con los ojos maravillados “la hora mágica”. Quise decirle algo, pero estaba muy concentrada; sonreí y me fui.
Después de ocho días, volviendo a mi casa volví a descubrir la magia que estaba en la calle, nuevamente era esa hora. Automáticamente me acorde de esa chica, mire la esquina donde la descubrí, pero estaba vacía. Nuevamente durante 3 minutos aprecie la magia detenidamente, al volver a caminar, llegue a la esquina y la vi a ella, concentrada igual que la vez pasada, por lo cual, no la interrumpí.
A partir de ese día pase siempre por ahí a esa hora, nada mas para encontrármela y verla llegar, para ver lo que hacia, pero no tuve suerte, cada vez que fui, ella no fue.
Después de unos días de ir y no encontrarla, me resigne. Pero un día, pasando por esa esquina y a esta única hora, volví a quedarme tres minutos mirando la belleza general, y al abrir los ojos, estaba junto a mí. No quería perder la oportunidad de hablar con ella, así que espere para hablarle. Pasaron 8 minutos y seguía parada concentrada, preferí dejarla y me fui. Al alejarme solo 3 metros, voltee y ya no estaba. La busque por todos lados, pero ni rastros de ella. En cuanto me di cuenta, la luna se había apoderado del cielo, y sol fue a descansar para el otro día, y las luces de las calles encendidas, ya iluminaban la ciudad. Ahí fue cuando comprendí, que cada vez que me pongo a observar la hora mágica aparece ella, y recién se va cuando dicha hora termina.
Finalmente, un día, al terminar de apreciar dicho momento, la vi y me quede observándola; todo era como lo pensé. Las luces que no iluminaban las calles, estaban solo para iluminarla a ella, no había otro motivo, todas las luces se encendían antes de que anochezca solo para darle ese momento de vida a ella. Ahí fue cuando todo cambio, aprendí que la “hora mágica” no tiene el significado que yo pensaba, y a parte a partir de ese dia, iba a esa hora y a la misma esquina, no para ver la magia de las luces, sino para ver lo hermoso que lograban iluminar, a ella.
Ese día comprendí que era una hora mágica simplemente porque eran los segundos en que podíamos, va, pude conocerla a ella.
L N